Las máquinas están asumiendo con creciente rapidez los puestos de trabajo tanto en las grandes ciudades como en las pequeñas, pero son éstas últimas las que poseen mayor área de impacto, según un reciente estudio del Media Lab del MIT. La diversificación puede crear nuevos empleos en las urbes de menor tamaño.
Los ciudadanos de este tipo de ciudades con poca población abandonan sus hogares en busca de mayor calidad de vida, oferta de servicios y empleo. La automatización es más intensa en los núcleos pequeños debido a las características de los empleos como "las tareas de servicios, fábricas y agricultura, que son susceptibles de ser automatizadas" según el investigador del Media Lab y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid Esteban Moro.
En cambio, las grandes ciudades aúnan a los trabajadores más cualificados para usar la tecnología. "Los matemáticos, los químicos, los científicos de datos y los desarrolladores de software son las profesiones que menos sufrirán la automatización" explica Moro.
Pese a la oferta digital masiva de las grandes ciudades las infraestructuras y los servicios sociales son limitados, así como el espacio y las viviendas. Para el año 2050, casi el 70% de la población mundial (en torno a 6300 millones) vivirán en ciudades, es decir, un nuevo éxodo rural se avecina. Esto irá acompañado de una crecida en el contraste económico y social y un empeoramiento en la gestión de servicios y residuos.
Ante estas predicciones, los expertos están promoviendo el uso de la tecnología y los datos para intentar reducir los problemas de movilidad y vivienda ya que para 2025 el mundo tendrá 37 megaciudades (con más de 10 millones de habitantes) "Hay que organizar mejor las ciudades, y eso ahora es más fácil gracias a toda la información existente" añade el investigador del IESE Business School Carlos Carrasco.
Para la planificación del transporte público, se puede analizar cómo se mueve la población, delimitar dónde poner más servicios y a qué horas deben ser más frecuentes", apunta Carrasco. Además, la contaminación podrá reducirse gracias a los vehículos autónomos, que según Brack reducirán la necesidad de tener en propiedad automóviles privados y los problemas de estacionamiento, y al uso de energías renovables, cuyo coste no deja de abaratarse.
En lo que se refiere a planificación urbana, el crecimiento físico de una ciudad está condicionado por su geografía. "Teóricamente, no hay límite para el tamaño de las ciudades. Sin embargo, en la práctica, el crecimiento de la mayoría de los centros urbanos está ligado a su incapacidad de administrar sus dimensiones", explican los socios de McKinsey & Co, Richard Dobbs y Jaana Remes. Por ejemplo, Hong Kong (China), una de las áreas más densamente pobladas del mundo, está en un 85% rodeada de agua, y sus posibilidades de expansión pasan por crear islas artificiales o extender la costa, como sugieren urbanistas del MAP Office de Hong Kong y del Network Architecture Lab de la Universidad de Columbia de Nueva York (EE. UU.). Una solución para un caso concreto que está lejos de ser generalizable.
Ciudades pequeñas pero especializadas
Por su parte, las ciudades más pequeñas se enfrentan al reto de transformarse para no perder a su población, y pueden atacar por varios frentes. "Hay una serie de competencias de los trabajadores que son difícilmente automatizables: las habilidades sociales, como trabajar en grupo y ayudar a la gente. La tarea de las ciudades pequeñas es que las personas las adquieran para que en el futuro no sean reemplazadas rápidamente por un sistema de inteligencia artificial o por un robot", opina Moro.
Por otro lado, también "hay ciudades pequeñas que se han especializado en sectores de muy alto valor, como la industria de la minería o la energía". Así que otra solución sería la creación de polos de inversión, en los que pequeñas ciudades se unen y crean un núcleo más grande donde se desarrollan modelos específicos de negocio. Es el caso del Research Triangle Park, en Carolina del Norte (EE. UU.), donde "tres ciudades se han especializado en biomedicina y han realizado convenios con universidades y empresas para crear una especie de centro industrial", explica Moro.
Pero aunque un clúster de empresas, como el especializado en aeronáutica de El Prat (España), puede ayudar a las pequeñas ciudades, también puede hacerlas dependientes del sector al que pertenezcan. "Si se hunde, el impacto es mucho mayor que si tienes una industria diversificada, que es lo que ocurre en las grandes ciudades", matiza Carrasco. Por eso, aconseja seguir las nuevas tendencias y pivotar la especialización según cómo se vaya moviendo la economía global. Además, llama a la colaboración en lugar de a la competencia: "Las pequeñas ciudades tienen que buscar sinergias con la gran ciudad. Así tendrán más posibilidades de sobrevivir".
La solución óptima a este sistema de ecuaciones sobre los retos de las pequeñas y grandes ciudades, si es que la hay, dista mucho de ser única. Tal vez, la mejor idea para resolverlo sea entrenar una inteligencia artificial y preguntarle a un robot.
Fuente: MIT