Establecer la frontera entre el robot y el humano es quizás uno de los asuntos más polémicos en robótica. Un ámbito de la ética, muy cuestionado… sobre todo, en literatura y cine:
Asimov y sus famosas “Tres leyes de la robótica”, Blade Runner y los replicantes o el clásico de Shelley, “Frankenstein o el moderno Prometeo”; son solo algunos ejemplos provenientes de la ficción.
No obstante, los científicos también se cuestionan los límites de la robótica desde la experimentación. De este modo, el célebre matemático Alain Turing (uno de los padres de la informática y creador de “Enigma”, máquina decisiva para el transcurso de la Segunda Guerra Mundial) desarrolló el test de Turing o prueba de Turing, donde se mide la inteligencia artificial.
El test de Turing es un experimento que mide el parecido de una máquina al del ser humano, a partir de su comportamiento inteligente. Es decir, este examen nos permite distinguir si el interlocutor es un humano o un robot.
Turing propone en esta prueba evaluar las conversaciones en lenguaje natural entre un humano y una máquina, la cual emite respuestas similares a las de una persona. El examinador, simplemente, debe saber diferenciar uno del otro.
Pues bien, en 2014 el ordenador ‘Eugene’ consiguió superar esta prueba. Fue la primera vez que una máquina logró convencer hasta un 33% de los jueces de su ‘lado más humano’. En concreto, se hizo pasar por un niño ucraniano de 13 años. A veces, la ciencia supera a la ficción.
El test de Turing conlleva diferentes tipos de ventajas. Veamos, a continuación, cuáles son las más representativas:
Una de las cuestiones más demandadas por la neurociencia y que aún no existe respuesta es definir las palabras “pensamiento” o “inteligencia”. El test de Turing no responde directamente a ello, pero sí ofrece de una forma simple y práctica parámetros para medirlo.
Los temas propuestos para el ordenador, no son pocos; sino todo lo contrario. El test de Turing está diseñado para que el evaluador proponga distintos temas intelectuales a la máquina.
Asimismo, si algo caracteriza la prueba de Turing es que la máquina no va a ofrecer un alto conocimiento en alguna materia específica. Al contrario: va a buscar la sensibilidad, de forma que intente empatizar con el evaluador.
Por otro lado, destacar que la prueba de Turing no es perfecta. También presenta algún tipo de fallo:
El test de Turing no es capaz de detectar comportamientos súper inteligentes de las máquinas. Por ejemplo, una operación matemática casi imposible. De este modo, el examinador sabrá que se trata de un ordenador y no una persona.
Además, el test de Turing no sabe mostrar un comportamiento inteligente, la computadora solo va a tratar de realizar uno humano. De esta forma, será susceptible a insultos, a cometer erratas en la escritura o a mentir.
Una de las salidas profesionales de la ingeniería informática es la inteligencia artificial o IA. Esta especialización en informática se encuentra muy en boga, ya que es muy útil en cualquier tipo de sector laboral y también en nuestro día a día.
Mediante mecanismos lógico-matemáticos, los ingenieros informáticos programan órdenes a las máquinas; con el objeto de satisfacer las distintas necesidades humanas. Y es que, a diferencia del cine o la literatura, la inteligencia artificial no suele tener aspecto antropomórfico, ni mucho menos se rebela.
La IA en la industria se encuentra muy demandada. Por eso, los expertos en ingeniería informática no solo van a desempeñar su profesión como programadores, sino que podrán trabajar como consultores o líderes de proyectos tecnológicos.
Y tú, ¿quieres ser un experto en inteligencia artificial? ¿Te imaginas desempeñando el test de Turing en tu trabajo? Si es así, necesitas una formación especializada en ingeniería informática.
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