Un año más ha llegado septiembre. Y, un año más, miles y miles de adolescentes tendrán que volver a hacerse la eterna pregunta. “¿Qué quiero estudiar? ¿Qué quiero ser de mayor?”. Las dos son preguntas con las que bombardeamos a los jóvenes desde su infancia. Las respuestas, en una de las últimas encuestas, realizadas a cerca de 2.000 niños y niñas de toda España y de entre 4 y 16 años, vuelven a ser las mismas. Destaca que, a pesar de que los niños usan desde más pequeños las nuevas tecnologías, todavía escogen profesiones muy tradicionales.
Por ejemplo, los niños siguen queriendo ser futbolistas, policías o profesores; mientras que las niñas prefieren ser profesoras, veterinarias o médicos. Las profesiones de ingeniero, escogidas por el 4,1% de los niños y el 1,5% de las niñas; o de informático (2,6% de los niños) siguen estando muy lejos de las favoritas.
Sin embargo, todo esto importa poco, ya que estamos ante un futuro laboral muy incierto. La llegada de la Inteligencia Artificial y de los robots al mercado creará nuevas profesiones que, a día de hoy, ni nos imaginamos. Para ser exactos, y según Vishen Lakhiani, emprendedor, innovador en tecnología educativa y filántropo, el 45% de los trabajos que existen hoy, en 10 años no existirán.
Puede que llevemos años equivocándonos y no nos debamos preguntar “qué queremos ser de mayores”. Partiendo de la reflexión de Lakhiani, que indica que la cuestión más acertada sería “cómo queremos cambiar el mundo”, se nos abre un mundo de posibilidades. Con tan solo este matiz, nuestro cerebro empieza a trabajar, a plantearse un problema real al que queremos (y debemos) buscar una solución. O incluso varias. Soluciones que, sin duda, ayudarán al desarrollo de la humanidad. Soluciones que crearán puestos de trabajo y actividades que incluso hoy nos son inimaginables.
A muchas de estas soluciones o alternativas a un problema real, se llega a través de la tecnología y de enseñanzas para las que las instituciones aún no se han preparado. Así, surgen otro tipo de organizaciones educativas como IMMUNE Institute, donde se aprende, por ejemplo, a programar de una manera práctica, garantizando un mayor éxito en el proceso. En estos entornos, y sin necesidad de tener un conocimiento previo, los alumnos se desarrollan en un entorno motivador e inclusivo donde hay espacio para todos.